El oro ha sido históricamente el rey de las inversiones en metales preciosos. Sin embargo, en 2025, otros metales como la plata, el platino, el paladio y los emergentes rodio y rutenio cobran protagonismo. Descubre cómo diversificar tu cartera y aprovechar oportunidades de crecimiento poco exploradas.
La plata superó los $30 por onza este año, con un rendimiento de más del 20% en lo que va de 2025. Esta tendencia responde a un déficit de suministro y demanda industrial creciente, especialmente en sectores de energía solar y vehículos eléctricos.
Entre los factores que impulsan la plata, destacan:
No obstante, invertir en plata conlleva riesgos. La alta volatilidad y su fuerte dependencia de la economía real pueden generar movimientos bruscos de precio. Además, solo un 23% de la producción proviene de minería principal, el resto es subproducto, lo que dificulta el ajuste de la oferta ante picos de demanda.
El platino y el paladio destacan por su aplicación en catalizadores automotrices, joyería y semiconductores. En 2025, ambos metales registraron ganancias sólidas, aunque menores que el oro y la plata. Su valor radica en una escasez relativa y diversificación de portafolio.
El platino sufre concentraciones de producción en Sudáfrica y Canadá, haciéndolo vulnerable a conflictos geopolíticos. Por su parte, el paladio ha experimentado restricciones de oferta que elevaron su demanda automotriz. Ambos ofrecen buenos rendimientos, pero con mayor volatilidad que el oro.
Para inversionistas avanzados, estos metales permiten:
Más allá de los clásicos, el rodio y el rutenio atraen por su uso en catalizadores y la industria electrónica. Aunque sus mercados son pequeños, altamente volátiles y especiales, pueden enriquecer una cartera bien equilibrada.
La proyección global del rutenio alcanzará los $903.2 millones en 2032, con un crecimiento anual compuesto del 5.2%. El rodio, cotizado entre $4,400 y $5,400 por onza en 2025, refleja la escasez de producción en Sudáfrica.
Las decisiones de la Reserva Federal sobre tasas de interés y reducción de balance siguen marcando la ruta del oro y, por extensión, de todos los metales preciosos. La expectativa de que el oro alcance los $4,000 por onza en 2026 refuerza el atractivo de los metales alternativos.
Al mismo tiempo, el impulso verde fomenta:
La oferta de instrumentos para acceder a metales preciosos se amplía: lingotes, monedas, ETFs físicos y digitales, futuros y activos tokenizados. Cada alternativa conlleva un nivel de complejidad y tolerancia al riesgo distinto.
Los inversionistas buscan alternativas a oro atraídas por mayor potencial, mientras que las voces del mercado apuestan por un ciclo de precios al alza sustentado en tensiones geopolíticas e inflación. El análisis cuidadoso de cada metal, su demanda industrial y su oferta real será clave.
Invertir más allá del oro puede ser una oportunidad histórica para diversificar y capturar rendimientos adicionales. La plata ofrece atractivo industrial y refugio; el platino y el paladio, aplicaciones críticas; y los metales emergentes, nichos de alta especialización.
Con una estrategia informada que combine activos digitales respaldados por metales y vehículos tradicionales, podrás construir una cartera resiliente frente a la incertidumbre y participar en el crecimiento de sectores clave como las energías renovables y la electromovilidad.
El momento es ahora: explora estas alternativas y amplía tus horizontes de inversión en metales preciosos más allá del oro.
Referencias